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inmóvil frente al comunicados Un segundo después captó la imagen que podían obtener en
esos momentos, la procedente del telescopio en la cúpula de observación. Urtur resultaba
impresionante visto desde tan lejos, como un platillo de luz lechosa. Una sombra cruzó la
imagen: un pedazo de roca, sin duda, parte del enjambre con el que viajaban. Hizo
desaparecer la imagen. Las rocas avanzaban en su ciego curso, golpeando el casco de vez
en cuando con un leve ruido que apenas llegaba hasta este lugar en el núcleo de la Orgullo,
mientras la nave fingía ser una mota en la enorme lente de Urtur. Este tipo de silencio era
un viejo truco que funcionaba... a veces.
Siguió cepillándose y finalmente, con el pelaje seco y la barba y la melena puestas en
orden, sedosas y adornadas con sus anillos, se puso su tercer par de pantalones, de tela
verde y oro con un complejo adorno de cadenillas de oro auténtico en las caderas. Sustituyó
su pendiente de perla por uno de esmeralda y se inspeccionó las garras, notando una
aspereza. Se había roto una punta. Ese kif tenía la piel dura. Pero al menos había
conseguido darle bien a ese bastardo del muelle, lo que ya era cierto consuelo respecto al
cargamento y la herida de Tirun. En cuanto a las vidas hani que se habían perdido... eso aún
estaba pendiente.
Regresó nuevamente a la sala de control, donde Hilfy montaba guardia. Ahora tenían
mucho más espacio gracias a la rotación, pues la gravedad en la nave hacía accesibles los
camarotes de la tripulación y gran parte del espacio de carga, al igual que esa amplia parte
delantera de la sala de control que era inaccesible durante la carga. Algunas tripulantes
debían estar ahora comiendo o durmiendo, ya que ese tipo de asuntos se dejaba siempre a
su arbitrio: ellas sabían mucho mejor que nadie cuándo necesitaban descansar y en qué
momento sus necesidades eran compatibles con las de la nave. Pyanfar apareció entre la
penumbra del puente, rodeada de pantallas apagadas y paneles casi a oscuras: Hilfy se
volvió a mirarla con el rostro preocupado y los rasgos algo hinchados. Hilfy montaba
guardia como si su presencia allí resultara imprescindible, con las orejas bien tiesas y las
pupilas dilatadas al máximo, lo que acarreaba el lógico cansancio.
-¿Haral te ha dejado de guardia, chiquilla?
-Haral dijo que iba a la cubierta inferior.
-Creí haberte dicho que te fueras.
-Creí que no haría ningún daño estando aquí. No consigo descansar.
-Al no descansar le haces una mala pasada a la nave. El insomnio es algo que ya
aprenderás a solucionar, chiquilla. La espera será demasiado larga como para que nos
hagamos pedazos aquí, sin dormir. No podemos hacer nada.
-Siguen llegando señales. Son ellos... la misma nave kif. Le están preguntando a las
naves mahendo'sat dónde estamos y no paran de amenazarles. Nos llaman ladronas.
Pyanfar lanzó un seco escupitajo y sonrió.
-Qué delicado honor... ¿Y qué hacen al respecto los mahendo'sat?
-Nada. Parece que después de todo es una estación mahendo'sat pero el lugar está
lleno de naves. Eso es una ayuda para ellos, ¿no? Pensé que harían algo en vez de permitir
que los kif obren a su antojo.
-Puede que también haya muchas naves kif-Pyanfar se inclinó hacia el tablero y
comprobó las señales y el escaso flujo de datos que el ordenador conseguía obtener en
recepción pasiva. Una roca golpeó la nave con un lento chirrido metálico; una pantalla se
iluminó con un chispazo de estática para corregirse automáticamente: un impacto en las
antenas-. Chiquilla, no pienso decirte lo cerca de perder las coordenadas que estuvimos en
ese salto. Si ese kif llegó aquí antes que nosotros, entonces es considerablemente más
fuerte. Debe de ser todo potencia con muy poco espacio para carga de gran valor. ¿Eso te
dice algo?
-Que no es un carguero.
-Una nave rápida de los kif. Unos cuantos tanques falsos por encima, un casco y
prácticamente una masa nula enmascarando lo que es en realidad. ¿Me entiendes? Esas
naves son las que se encargan de la matanza y luego vienen los cargueros auténticos, las
naves que se alimentan de carroña y que chupan la carga para hacer luego el comercio en
algún puerto. Es probable que nos enfrentemos a este tipo de nave: rápida y dedicada a la
ca7.a. Han sobrestimado nuestra capacidad y han saltado en exceso, muy probablemente;
quizás el tráfico de entrada en el sistema ha sido lo bastante numeroso como para
confundirles aún más. Si se trata de eso puede que ya hayamos tenido toda la buena suerte
que es legítimo esperar...
-¿Vamos a quedarnos aquí sentadas? -le preguntó Hilfy-. Una nave tras otra están
entrando en el sistema sin saber dónde se meten... todas las naves de Punto de Encuentro
que no hayan seguido la ruta stsho...
-Chiquilla, por el momento estamos ciegas. Hemos reducido la velocidad a casi
cero... y es probable que algunas de esas naves que andan cazándonos no lo hayan hecho,
con lo que aún puede llegar alguna. Ya sabes en qué clase de situación nos coloca eso: que
somos un blanco inmóvil.
-SÍ todas se dirigen hacia el centro -sugirió Hilfy con cautela-, podríamos saltar otra
vez... podríamos desaparecer antes de que les fuera posible atraparnos y de ese modo
aliviaríamos la presión que sufren esos mahe antes de que haya más daños. Quizá podamos
conseguirlo en el siguiente punto de salto, quizá podamos llegar a Kirdu... después de
Urtur, ¿no podríamos llegar a Kirdu en dos saltos? Salir de aquí... Después de este lugar
hay otras elecciones posibles, ¿verdad?
Pyanfar la observó en silencio.
-Has estado haciendo algunas investigaciones, ¿verdad?
-Examiné los datos.
-Ya... -era una idea bastante inteligente y a ella se le había ocurrido incluso antes de
saltar, pero en el asunto quedaban demasiadas piezas por encajar, demasiados movimientos
que no podían ser calculados. ¿Cuál era la fuerza rea! de los kif, y por qué razón estaban
aquí?-. Es posible -apuntó con un dedo a Hilfy-. Primero debemos cuidar de nosotras
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