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inducción y por el razonamiento. Y así, los contrarios se destruyen
recíprocamente, y los extremos son, a la vez, opuestos entre sí y
opuestos al medio, porque este medio es uno y otro extremo
relativamente a cada uno de ellos; por ejemplo, lo igual es más grande
que lo más pequeño, y más pequeño que lo más grande. De aquí que,
como consecuencia necesaria, la virtud moral debe consistir en ciertos
medios y en una posición media. Resta, pues, que indaguemos qué
término medio es la virtud y a qué medios se refiere. Para tener
ejemplos a la vista, tomémoslos del siguiente cuadro, en el cual
podremos estudiarlos:
Irascibilidad, impasibilidad, dulzura;
Temeridad, cobardía, valor;
Impudencia, embarazo, modestia;
Embriaguez, insensibilidad, templanza;
Aborrecimiento ..., indignación virtuosa;
Ganancia, pérdida, justicia;
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Prodigalidad, avaricia, liberalidad;
Fanfarronería, disimulación, amistad;
Complacencia, egoísmo, dignidad;
Molicie, grosería, paciencia;
Vanidad, bajeza, magnanimidad;
Fastuosidad, mezquindad, magnificencia;
Picardía, tontería, prudencia.
Todas estas pasiones u otras análogas se encuentran en el alma, y
todos los nombres que se les da se toman del exceso o del defecto que
cada una representa. Y así, el hombre irascible es el que se deja llevar
de la cólera más o más pronto de lo que debe, o en más casos de los
debidos. El hombre impasible es el que no sabe irritarse contra quien,
cuando y como debe irritarse. El temerario es el que no teme lo que
debe temer como y cuando es preciso temer; el cobarde es el que teme
por lo que no debe temer como y cuando no debe temerse. Y lo mismo
pasa con el hombre de costumbres relajadas y con aquel cuyos deseos
traspasan toda medida, siempre que puede abandonarse sin freno a sus
extravíos, mientras que el insensible carece de los deseos que es bueno
tener y que autoriza la naturaleza, y no es más sensible que una piedra.
El hombre codicioso es el que sólo quiere ganar sin reparar en los
medios y el hombre que podía llamarse hombre abandonado, que
pierde, es el que no sabe ganarlo, o, por lo menos, que hace ganancias
miserables. El fanfarrón es el que se alaba de tener más que tiene; y el
disimulado es el que finge, por lo contrario, tener menos que posee. El
adulador es el que alaba a otros más de lo que merecen; el hombre
hostil es el que les alaba menos de lo que conviene. La complacencia
busca con excesivo cuidado el placer para otro; y el egoísmo consiste
en no hacer esto, sino raras veces y con dificultad. El que no sabe
soportar el dolor, ni cuando convendría soportarlo, es un hombre flojo.
El que soporta todos los sufrimientos sin distinción no tiene
precisamente nombre especial, pero por metáfora se le puede llamar un
hombre duro, grosero, hecho para sufrir la miseria y el mal. El
vanidoso es el que aspira a más que merece; el hombre de corazón bajo
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es el que se atribuye menos que lo que le corresponde. El pródigo es el
que es exagerado en toda especie de gastos; el ruin, extraño a la
liberalidad, es el que, incurriendo en el defecto opuesto, no hace
ninguno. Esta observación se aplica también a los avaros y fastuosos.
Éste va mucho más allá de lo conveniente; y aquél, por lo contrario,
queda muy atrás. El bribón es el que intenta siempre ganar más de lo
que debe ganar; el tonto es el que no sabe ganar cuando debe ganar
legítimamente. El envidioso es el que se aflige con la prosperidad de
los otros con más frecuencia de la debida, porque, por muy digno que
uno sea de la felicidad que disfruta, esta felicidad misma excita el dolor
del envidioso. El carácter contrario a éste no ha recibido nombre
particular, pero consiste en incurrir en el exceso de no afligirse al ver la
prosperidad de los que son indignos de ella y de manifestarse fácil en
esto, a la manera que lo son los glotones en materia de alimentos. El
otro carácter extremo es implacable a causa del odio que le devora.
Por lo demás, inútil sería definir cada uno de los caracteres y
demostrar que estos rasgos no son en ellos accidentales, porque,
ninguna ciencia teórica ni práctica dice ni hace cosa análoga para
completar sus definiciones; pues nunca se toman tales precauciones,
como no sea contra el charlatanismo lógico de las discusiones. Nos
limitaremos, pues.. a lo que acabamos de decir, y daremos
explicaciones más detalladas y precisas cuando hablemos de las
maneras de ser morales que son opuestas entre sí. En cuanto a las
especies diversas de estas pasiones, reciben sus nombres de las
diferencias que presentan estas pasiones mismas, por el exceso de
duración, de intensidad o de cualquier otro de los elementos que las
constituyen. Me explicaré. Se llama irascible al que experimenta el
sentimiento de la cólera más pronto de lo que conviene; se llama duro
y cruel al que lo lleva demasiado lejos; rencoroso al que gusta
conservar la ira; violento e injurioso el que llega hasta la sevicia a que
conduce la cólera. Se llamarán tragones, borrachos o glotones a
aquellos que en todos los goces a que provocan los alimentos se dejan
arrastrar hasta las cosas más groseras, que reprueba la razón.
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No debe olvidarse, además, que ciertas denominaciones de los [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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