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familiares, presionados por circunstancias económicas, a que acepten
legalmente la muerte de su familiar desaparecido; e,
- inducción al olvido: en países como Argentina y Guatemala, por ejemplo, se ha
pretendido hacer creer a la población que a través del olvido se logrará el
restablecimiento de la normalidad y la paz, aparentando que el terror es un
problema del pasado.
5.3.2 EL DAÑO PROVOCADO
Para examinar este aspecto, se parte de la afirmación de que el daño producido
por las desapariciones no se circunscribe a la víctima directa, sino también a su
familia y a la sociedad entera en la que este método terrorista es aplicado.
El profundo daño psicosocial se genera a partir de que el poder es el ejecutor de
las desapariciones, lo que provoca en todos los individuos sentimientos de
indefensión, impotencia y miedo ante la posibilidad real de ser víctimas también.
A través de la reiteración del método, lo que significa el más absoluto irrespeto a
las leyes de convivencia social y humana, se puede observar un proceso
creciente de pérdida de la confianza en las instituciones y en las leyes y la
eliminación de los valores humanos de convivencia.
La violencia y la impunidad características del mismo, generan más violencia en
la sociedad que lo sufre, a tal grado que se dan, entre otros fenómenos:
- la inhibición -en los niveles personal y social- de los mecanismos sociales y
psicológicos de defensa de la vida; y,
- la repetición múltiple y en todos los niveles del modelo de omnipotencia e
impunidad practicado por el poder, a través, por ejemplo, de la proliferación de
las pandillas juveniles y los grupos de secuestradores y asesinos.
Una sociedad en la que se vive el terror provocado por las desapariciones,
sometida al silencio, sin mecanismos legales de reparación del daño inflingido,
será una sociedad prisionera de sí misma en la que seguirán vigentes el ciclo del
miedo y la deslegitimación de los portadores de la verdad sobre los hechos
ocurridos.
6. LA DESAPARICION FORZADA COMO INSTRUMENTO DE DOMINACION
POLITICA
El recurso a la desaparición forzada, utilizado como método represivo en forma
prolongada y reiterada, ha marcado con un signo trágico e indeleble el período
histórico reciente en América Latina.
Después de haber analizado el fenómeno de la desaparición forzada desde el
punto de vista de sus ejecutores, así como sus efectos en niveles psicosociales,
es posible deducir algunas de sus hipotéticas consecuencias, inmediatas y a
largo plazo. Entre ellas, las más importantes:
- La deshumanizacion de los individuos y los grupos sociales a través de la
imposición de una cotidianeidad de muerte. La pérdida de la capacidad de
horrorizarnos ante las atrocidades cometidas -que por lo demás es un recurso
psicológico para proteger un aparente espacio de cordura personal- lleva a la
aceptación individual y social de los hechos y, por consiguiente, al silenciamiento
y a la no denuncia, a la no lucha porque estas cosas no sucedan. Todos estos
factores, contenido y expresión de la conciencia social, permiten la persistencia
de situaciones de impunidad en todos los países en los que se ha recurrido a la
desaparición forzada;
- la generación de un "consenso" de aceptación de las reglas de juego
impuestas por los militares, del que cada individuo participa, en forma consciente
o no. Esas reglas decretan la muerte para quienes desafían la vigencia de la ley
histórica;
- el aislamiento de los movimientos sociales opositores cualquiera que sea su
matiz e ideología;
- la desmovilización de gruesos sectores de la población y la derechización de
ciertos sectores de las capas medias y la pequeña burguesía, los cuales por las
particularidades de sus intereses e ideología, son más proclives a sumarse al
"consenso legitimador";
- el debilitamiento del sistema de derecho y sus expresiones orgánicas con el
consiguiente anulamiento de la sociedad civil; y,
- la configuración de una dicotomía social en la que rigen, para cada uno de sus
lados, leyes diferentes y hasta opuestas.
Una mirada detenida a la realidad actual de América Latina, y sobre todo a los
países en los que se vivió crudamente la desaparición forzada, hará surgir ante
los ojos de quien observa una serie de manifestaciones violentas de los grupos
sociales que encuentran -en parte- su explicación en las secuelas dejadas por
las violaciones de los derechos humanos en el pasado reciente.
6.1 TOTALITARISMO Y DEMOCRACIA, DOS CARAS DE LA MISMA
MONEDA
¿Cómo engarzó todo esto en el ámbito político?. Algunos autores consideran
que las acciones terroristas y de control ideológico, destinadas a preservar la
vigencia de lo que Franz Hinkelammert denomina la ley histórica, conformaron
un sistema totalitario de dominación.
El totalitarismo se constituyó en un sistema continental situado por encima de los
propios Estados nacionales en América Latina, cuya expresión orgánica ha sido
la Conferencia de Ejércitos Americanos (con excepción, por obvias razones, de
la participación de Cuba). En ella, con la presencia relevante del ejército
norteamericano, se analizaron las coyunturas nacionales y regionales con el
objetivo de definir las políticas de enfrentamiento con el enemigo, vale decir, los
lineamientos de la guerra contrainsurgente llevada a la práctica durante todos
esos años.
Sobre esta base, fue erigida en la década pasada la lucha de los ejércitos
latinoamericanos por la democracia. Tal democracia en la práctica devino un
mero espacio formal en el que se practicaron elecciones cada cierto tiempo, se
dio un reconocimiento, también formal, a la independencia de los poderes del
Estado y un espacio político sumamente limitado en el que las reglas del juego
fueron establecidas por los militares.
De esta manera, democracia en América Latina y doctrina de seguridad nacional
llegaron a ser las dos caras del totalitarismo. No es sorprendente constatar que
en países como el Perú, Colombia o Guatemala -con gobernantes civiles, que
accedieron al poder mediante elecciones libres- se continúe desapareciendo a
los opositores.(80)
En la democracia/totalitarismo latinoamericanos no importó, pues, si el
gobernante era un civil o un militar o si tomó el poder a través de elecciones o un
golpe de estado. Por encima de los matices políticos, los ejércitos de estos
países tuvieron sumamente clara su función de exterminio dirigida contra
aquellos que se atrevieron a oponerse a la ley histórica.
En suma, la democracia/totalitarismo latinoamericana violó los derechos
humanos; en defensa de la libertad, violó el derecho a la libertad individual;
defendiendo la vigencia del mercado, asesinó a opositores indefensos. Con los
noventa mil desaparecidos, también desapareció la verdadera democracia.
Franz Hinkelammert(81) señala que los militares latinoamericanos hicieron un
esfuerzo intenso encaminado a evitar las paralelizaciones con el nazismo o el
stalinismo, cuestión que les acarrearía la consiguiente estigmatización y
condena. Según este autor, el totalitarismo en América Latina fue establecido de
acuerdo con las siguientes características:
- No hubo campos de concentración;
- no hubo un partido fascista, éste fue sustituido por la burocracia militar;
- no hubo un führer;
- se mantuvo el control de los medios en manos privadas, pero sujeto a la ley
imperante, de modo que cuando alguno de ellos, o un periodista en lo individual,
se salieron de la línea, también sufrieron los efectos del terror.
TOTALITARISMO Y DESAPARICIONES
El totalitarismo estableció una relación de no derecho frente a la oposición con el
objetivo de anular cualquier alternativa buscada por medio de sus luchas.
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